En el siglo XVI existía una Congregación y Colegio de Boticarios de Madrid bajo la advocación del glorioso Evangelista San Lucas y Nuestra Señora de la Purificación.
Esta sociedad, en cuanto Congregación ejercía funciones piadosas y en cuanto Colegio mantenía actividades profesionales. En aquella época gozaba de gran prestigio y autoridad y por ello mereció que Felipe IV declarase a la Farmacia “Arte Científico” por Real Pragmática de trece de marzo de 1650, confirmada por sus sucesores hasta Fernando VII.
En 1732, por Real Cédula de 15 de marzo, aquellos doctos varones alcanzaron el privilegio de elaboración de la Triaca Magna de Andrómaco cuya preparación se revestía de la mayor solemnidad; era precisa la asistencia de una representación del Real Tribunal del Protomedicato, que se encargaba de inspeccionar los simples y de exponerlos al público durante siete días, para terminar siendo preparada por los propios colegiados. Este privilegio lo disfrutó la Corporación hasta 1920, año en el que, por el desuso en que cayó este polifármaco, dejó de prepararse.
Tal prestigio adquirió esta Congregación y Colegio, que Felipe V creó, por Pragmática de 21 de agosto de 1737, el Real Colegio de Farmacéuticos para que se dedicase al “cultivo y adelantamiento de la Farmacia , Química, Botánica e Historia Natural” , confirmándole todos los privilegios y confiriéndole una triple misión que revela la finalidad perseguida al fundarlo y la calidad de sus miembros. Los fines eran: la publicación de la Farmacopea , Tarifa y Petitorio; el fomento de la Ciencia y el establecimiento de Enseñanzas Farmacéuticas. Así se explica que se le diese el nombre de “Colegio” que a la sazón definía un fin docente y científico pero no profesional.
Componían la Corporación veinticuatro farmacéuticos. Fue su primer Director D. José Ignacio Muñoz Valdivieso, pero el alma del Colegio, el que unió su nombre a esta fundación, sin llegar a conocerla; fue D. Félix Palacios, fallecido dos meses antes de la firma de la Real Cédula.
El año 1738, uno después de su fundación, el Colegio fue autorizado por el Real Tribunal del Protomedicato para editar la primera edición de la Farmacopea Matritense , elaborada según se lee en el prefacio de la misma: “Illius Conficiendae cura eruditioribus demandate tum Facultatis Medicae Doctoribus, TUM PERITIS SIMIS COLLEGII PHARMACEUTICI SOCIIS ATQUE EXAMINATORIBU…” , lo que llevó a efecto en 1739, lucrándose con su venta.
Al adquirir tan importantes cometidos por su Estatuto, el Colegio se separó de la Congregación , instalándose en una casa de la calle de San Pedro, y más tarde, en 1745, en la de Barquillo, esquina Sauco, Excmo. Sr. D.de construyó un Jardín Botánico y un Laboratorio Químico con los ingresos que obtenía de las ventas de la Farmacopea , de la Tarifa y de la Triaca.
En 1751, el Colegio estableció las primeras lecciones de Botánica, fundamento de lo que más tarde sería la Facultad de Farmacia y, desde entonces, principal objeto de su vida corporativa, al que supeditó su existencia y todos sus caudales. Fue su primer profesor D. Cristóbal Vélez, Secretario del Colegio, y a medida que pasaba el tiempo y se aumentaba la matrícula, se iban ampliando las clases dedicadas a Química y Farmacia.
El Real Colegio tenía función puramente académica. Sus miembros, para ingresar, juraban defender el dogma de la Inmaculada Concepción de María, cumplir el Estatuto y obedecer al Director; asimismo estaban obligados a presentar una memoria científica y un producto galénico elaborado personalmente. Todos los días primeros de mes celebraba sesiones científicas y tenía constante y provechosa relación con Sociedades similares de España y del extranjero. También, en 1759, le fue confirmada, por el Protomedicato, la misión de revisar, imprimir y vender la segunda edición de la Farmacopea , cuyos ejemplares se habían agotado, y en la que juzgaban necesario introducir algunas reformas. Alma de esta empresa fue D. José Hortega, quien en los últimos años de su vida dirigió la redacción, aprovechando las papeletas de la primera edición; aunque sin llegar a verla publicada por ocurrir su óbito antes de que saliera ésta a la luz en 1762. En dicha redacción intervinieron también todos los miembros del Real Colegio.
Junto con la Farmacopea , se publicaron la Tarifa para la tasación de medicamentos y el Petitorio. La Tarifa se publicó por el Colegio durante todo el siglo XVIII. El primer dato es de 1710, en cuyas cuentas figura que “ el tesoro se hace cargo de 968 tarifas que se han de vender a cuatro reales” . También, en 1711, figura un ingreso de 720 reales por venta de 183 tarifas; y otros ingresos en 1719, 1737, 1740, 1744, 1749, 1755, 1760, 1773, 1777, 1801 y 1803. En total son 12 lasTarifas, de las que tenemos noticia cierta, que fueron editadas por orden superior, y algunas de ellas subvencionadas por el Real Tribunal del Protomedicato y vendidas por el Real Colegio.
Las Farmacopeas de 1794 y 1797 fueron publicadas por el Real Tribunal del Protofarmaceuticato con el informe del Real Colegio, que hizo en su Laboratorio, y por encargo del mismo; los ensayos de aquellas modificaciones que debían ser introducidas en estas ediciones. Una vez disuelto el Tribunal y creada la Real Junta Superior Gubernativa de Farmacia, pasó a ésta la emisión de la Farmacopea , y así en el Real Colegio se redactaron, informaron amplísimamente y rectificaron las ediciones de 1803 y 1817, últimas en las que tuvo intervención. Las Ordenanzas de Farmacia de 1860 adjudicaron a la Academia Nacional de Medicina su publicación sin dar parte al Real Colegio en dicha labor.
En 1780 se trasladó el Real Colegio de Farmacéuticos a la calle de Relatores, esquina a Urosas, y, como el incremento que tomaba su Laboratorio era cada vez mayor; adquirió una casa en propiedad, sita en la calle de Atocha, núm 47 (hoy 113), Excmo. Sr. D.de D. Casimiro Gómez Ortega, la figura más destacada de la Corporación , construyó un magnífico Laboratorio y un Jardín Excmo. Sr. D.de quedaron espléndidamente instaladas las enseñanzas de las distintas disciplinas, contando con biblioteca y profesorado; enseñanzas éstas que en 1804 sirvieron de base al Estado para crear el “Colegio de Farmacia de San Fernando”, utilizando el local y Laboratorio del Real Colegio de Farmacéuticos para las clases, exámenes y grados hasta que fuera construido en 1830, por suscripción nacional entre todos los farmacéuticos, el edificio de la calle de la Farmacia , Excmo. Sr. D.de se instalaron las enseñanzas oficiales que se debían impartir, y manteniéndolas a su costa hasta 1845, por falta de consignación oficial.
Es incalculable la cantidad que ha costado al Real Colegio el sostenimiento de las enseñanzas en noventa y cuatro años desde 1751 hasta 1845. Esta efemérides es la única en la historia de la Universidad , y un timbre de legítimo orgullo de la Real Academia de Farmacia, el haber dado a España una Facultad Universitaria en plena función.
Cuando el Estado se hizo cargo de estas enseñanzas, el Real Colegio de Farmacéuticos sufrió la natural depresión pero supo salvar este vacío dando entrada en su seno a todos los Catedráticos y Auxiliares de la Facultad de Farmacia que intensificaron su labor científica.
En 1850 se dio a la Corporación un nuevo Reglamento, que sustituía al primero de 1737, vigente ciento trece años, y que cambió su carácter tradicional; prescindió del título de Real, a su Director se le llamó Presidente y en 1852 vendió la casa Excmo. Sr. D.de se hallaba establecido y se instaló en un piso de la calle de Santa Clara núm. 4, en la que subsistió hasta 1939.
En 1865, redactado por sus colegiados, se publicó un Diccionario de Farmacia y una Flora Farmacéutica Española; ambas fueron consideradas como las obras más importantes, después de las Farmacopeas, publicadas hasta entonces.
En 1866 se convoca y organiza el Primer Congreso Farmacéutico Español, en el que se reunieron farmacéuticos de toda España tratándose en él cuestiones del más alto valor científico y profesional.
En 1882, la Corporación organizó en el Jardín Botánico una “Exposición Farmacéutica Nacional”, inaugurada por el Rey D. Alfonso XII, en la que se revelaron los adelantos alcanzados por la profesión farmacéutica: su labor científica, sus relaciones culturales, sus concursos anuales de premios y sus publicaciones; y en 1895, cuando los farmacéuticos como otros profesionales sanitarios discutían sobre la colegiación forzosa para resolver sus problemas, esta Corporación, para mantenerse alejada de todo lo que no fuese labor científica, obtuvo del Ministerio de Fomento una Real Orden el 30 de septiembre por la que era declarada Corporación Oficial al Servicio del Estado. En 1898 se decretaba la colegiación obligatoria que quedaría en suspenso hasta que definitivamente se establecieran los Colegios Farmacéuticos obligatorios en cada provincia en 1916. Es entonces cuando volvió a acentuarse la significación científica tradicional de la Corporación apoyando la colegiación obligatoria y ayudando en el sentido de facilitar las gestiones para la creación del Colegio Provincial de Madrid, que quedó formalmente constituido en 1918, para ocuparse exclusivamente de cuestiones profesionales. En una memorable sesión del 6 de febrero de 1920, presidida por el Dr. D. José Rodríguez Carracido, con asistencia de todos los Catedráticos y Colegiados; se acordó confirmar el carácter científico con que fue fundada la Corporación en 1737 y reivindicar su título de Real, que perdió en las luchas políticas del siglo XIX y que fue restituido por Real Orden, de 13 de mayo del mismo año, de S.M. el Rey D. Alfonso XIII quien en noviembre vino a presidir una sesión con reparto de premios y regaló un gran retrato, con dedicatoria, que se conserva en prueba de su real aprecio.
Y con esta denominación, el Real Colegio siguió su creciente labor de fomento de la Ciencia mediante concurso de premios, conferencias, sesiones científicas y publicaciones hasta que las autoridades gubernativas plantearon el problema de que no podían existir legalmente dos entidades con igual nombre: “Colegio de Farmacéuticos”, el viejo y glorioso Real Colegio, y el obligatorio de la provincia de Madrid. Previas consultas a quienes podían informar con la altura e imparcialidad necesaria, se optó por dejar el nombre de Colegio, que significa gobierno y defensa de la Profesión y adoptar el de Academia que define a las Sociedades que fomentan una Ciencia o Arte; pero siendo ésta una Corporación oficial, correspondía al Estado disponer y aprobar los oportunos cambios. Coincidía este incidente con la inolvidable conmemoración del primer centenario de la inauguración del edificio de la Facultad de Farmacia en 1930 y con la celebración del segundo Congreso Nacional de Farmacia, puesto que el 29 de noviembre se cumplían los cien años de la nueva casa de la calle de la Farmacia.
Respaldada por el brillantísimo éxito del Congreso, quedaba la máxima aspiración de la antigua Corporación y de la Clase : transformarse en Academia. La propuesta fue elevada al Gobierno, en los tres últimos meses del régimen monárquico, con el apoyo resuelto de Su Majestad y la favorable decisión del Ministro señor Tormo pero, por la inestabilidad política, este asunto quedó sin resolver. Un año después, tras difíciles gestiones, se consiguió que el Gobierno republicano aceptase el cambio de nombre de Real Colegio de Farmacéuticos por el de Academia Nacional de Farmacia, con fecha de enero de 1932.
Esta transformación se había logrado después de trescientos cuarenta y tres años de vida ininterrumpida al servicio de la Nación y de la Ciencia , si este hecho no alteró sustancialmente su organización si que hizo más fácil su cometido. Desde entonces recibió subvención del Estado.
El 15 de septiembre de 1936 fue disuelta la Academia , al igual que las demás, por el Ministerio de Instrucción Pública, y el 28 de mayo de 1939 volvió a restablecerse, reincorporada a su función por Orden Ministerial de 27 de julio con el título de “Real “ en atención a su origen, y trasladada de domicilio a la calle Campoamor núm 18 hasta que pudiera dársele edificio propio.
La Academia de Farmacia reorganizó rápidamente su existencia y aplicó la reforma del Estatuto de 15 de junio de 1936 fijando en cuarenta las plazas de Académicos de número, dio carácter perpetuo a la Secretaría , nombró Académicos Delegados e intensificó sus colaboraciones con Portugal y América.
Por Orden del Ministerio de Educación Nacional de 21 de abril de 1945, se crea la Medalla Carracido para premiar servicios excepcionales a la Farmacia. Tras una intensa y provechosa labor científica, se solicitó del Gobierno que fuese ampliado el campo de acción de la Academia , dando entrada en su seno a cultivadores de Ciencias afines a la Farmacia , con lo que vería aumentados sus contactos; reforma que fue aprobada por Orden del Ministerio de Educación Nacional, con fecha 17 de julio de 1946.
Con esto ya estaba la Academia de Farmacia situada en el mismo plano de organización que las demás existentes y entonces el Ministro de Educación, Excmo. Sr. D. José Ibáñez Martín, conocedor de la importancia y del valer de la ciencia farmacéutica, presentó al Consejo de Ministros, celebrado en San Sebastián el 9 de agosto del mismo año, un Decreto de esta fecha en el que, igualando en categoría y preeminencias la Real Academia de Farmacia a las otras existentes, la incorpora al Instituto de España.
Por Decreto de 7 de febrero de 1947, se dio a la Academia un nuevo Estatuto y ésta redactó un Reglamento, que fue aprobado por Orden de 8 de abril siguiente. Se cubrieron las cuarenta plazas de Académicos de Número que había de formar parte del Instituto de España. Se nombró representante de la Academia en la Mesa del Instituto de España a su Secretario Perpetuo Dr. D. Toribio Zúñiga y Sánchez-Cerrudo. Se estableció el sistema de provisión de las vacantes que en lo sucesivo ocurriesen y se nombraron las Comisiones permanentes y las Secciones con arreglo al nuevo Estatuto.
El 1º de diciembre de 1955 fue creada por el entonces Ministro de Educación Nacional, D. Joaquín Ruiz Jiménez, la Real Academia de Farmacia de Barcelona, a partir de la Sección de esta Academia en la capital catalana y teniendo igual categoría que las otras Reales Academias de Distritos existentes; efemérides ésta que declaraba el reconocimiento del valor científico de nuestra profesión.
Terminadas las obras de reforma y adaptación del antiguo edificio de la Facultad de Farmacia, se trasladó a él la Real Academia inaugurándose solemnemente el día 25 de octubre de 1967 por Su Excelencia el Jefe del Estado y siendo Director de dicha Corporación el Dr. D. Ricardo Montequi y Díaz de Plaza. En el frontis de la fachada de la Real Academia de Farmacia se ha conservado una placa debajo de un gran escudo de España que dice así:
REGE + FERDINANDO VII
OPTIMO-SCIENTARUM-PROTECTORE
ET-PERTUAM-TANTI-REGIS-MEMORIAM
PHAMACEUTICI-HISPANI
HAS-AEDES-ERUDITIONI-PUBLICAE-EREXERE
ANN-M-D-CCC-XXX
El día 1 de enero de 1968 se publicaron en el Boletín Oficial del Estado los Estatutos de la Corporación. Fueron modificados por el Decreto de 27 de julio siguiente cuya aparición en el Boletín Oficial tuvo lugar el 20 de septiembre.
En el año 1987, y como consecuencia del traslado de los laboratorios que el Instituto Nacional de Toxicología ocupaba en el edificio de la antigua Facultad de Farmacia, la Academia ha recuperado dichos locales quedando así la totalidad del edificio de exclusiva utilización para las actividades académicas.
En 1989, el Ministro de Educación y Ciencia en su Decreto núm. 896 del 14 de julio, refrenda los nuevos Estatutos. En 1990, se aprueba un nuevo Reglamento de Régimen Interior cuyo cumplimiento agiliza los trámites y buena marcha administrativa de la Corporación. Un año más tarde, en el último semestre de 1991, se produce una nueva modificación de este Reglamento pero tan sólo en lo concerniente a la concesión de “Medallas Carracido”.
La plantilla de Académicos está constituida en el momento actual por cincuenta Académicos Numerarios: treinta y ocho Doctores en Farmacia y doce en Ciencias Afines. El número de Académicos Correspondientes nacionales no puede exceder al doble de los Académicos de Número; hoy la Academia cuenta entre Correspondientes nacionales y extranjeros con ciento sesenta y siete miembros, de ellos siete son delegados en otras naciones.
En otoño de 1991, se inician unas importantes obras de remodelación en el recinto académico; éstas van a permitir que, al final de 1992, se incorporen de una manera definitiva y funcional los locales recuperados unos años antes procedentes del antiguo Instituto de Toxicología. A partir de este momento, se van a hacer realidad la ampliación del Museo de la Academia y el establecimiento de diversos servicios informáticos, un Departamento Editorial y varios locales para celebrar reuniones científicas y conferencias; todo ello dirigido a potenciar los objetivos académicos fijados por los Estatutos de la Academia.
El 16 de marzo de 1994 se constituyó la Fundación “José Casares Gil” de Amigos de la Real Academia de Farmacia cuyos fines son “impulsar y gestionar los proyectos que la Real Academia de Farmacia se proponga, para hacerse presente en la sociedad y en el mundo de la Ciencia y la Cultura ”. El gobierno de la Fundación está a cargo de un Patronato del que forman parte como miembros natos el Director, Secretario y Tesorero de la Real Academia de Farmacia.
Por otra parte, también hemos de consignar la creación y puesta en funcionamiento de la Delegación de Galicia cuya sesión inaugural se celebró en Santiago de Compostela el día 21 de noviembre de 1996.
El edificio, sede de la Corporación , ha sido declarado bien de interés cultural, con categoría de monumento por Real Decreto 1127/1997, de 4 de julio.
Mª del Carmen Francés Causapé
Excma. Sra. Dña. Mª del Carmen Francés Causapé
Excmo. Sr. D. Manuel Losada Villasante