Un amplio estudio longitudinal ha demostrado que la osteoartritis se asocia a un riesgo un 23% mayor de desarrollo de enfermedad cardiovascular, y que los antiinflamatorios no esteroideos usados en su tratamiento sintomático contribuyen en aproximadamente al 41% del efecto total de dicho incremento de riesgo. Adicionalmente, el mayor riesgo de cardiopatía isquémica, insuficiencia cardíaca congestiva y accidente cerebrovascular en estos pacientes viene determinado en un 23-64% por el uso de estos fármacos.
La osteoartritis es uno de los trastornos musculoesqueléticos más prevalentes