Formación continuada

Introducción al concepto de medicamento biológico y biosimilar

Publicado en Nº479 Nº479

Un medicamento biológico es aquel que contiene un principio activo producido o extraído de una fuente biológica, y que necesita para su caracterización y determinación de su calidad una combinación de ensayos de actividad fisicoquímica y biológica, así como un exhaustivo control de su proceso de producción.

Las fuentes a partir de las que pueden ser obtenidos los medicamentos biológicos son microorganismos, órganos y tejidos de origen animal o vegetal, células o fluidos de origen animal o humano (incluidos sangre y plasma) y cultivos celulares con biotecnología (sustratos celulares ya sean recombinantes o no, incluidas células primarias.

Muchos de los fármacos biológicos que se utilizan en la actualidad son esencialmente proteínas. Estas pueden diferir en tamaño y complejidad estructural, desde proteínas sencillas como la insulina o la hormona de crecimiento a proteínas más complejas como los factores de coagulación o los anticuerpos monoclonales.

Los medicamentos biológicos (incluidos los biotecnológicos) están bien establecidos en la práctica clínica, y en muchos casos son indispensables para el tratamiento y la prevención de cada vez más procesos patológicos.

La primera molécula terapéutica recombinante que se lanzó como fármaco fue la insulina humana recombinante (2006), y reemplazó a la insulina aislada del páncreas porcino, la más utilizada hasta entonces. Otro ejemplo es el caso de la hormona de crecimiento o somatotropina. La posibilidad de sintetizar la hormona a partir de células de mamífero empleando técnicas de ADN recombinante dio lugar a la somatropina, hormona de crecimiento humana recombinante que hoy en día se usa como tratamiento seguro para la deficiencia de dicha hormona.

El mercado de medicamentos biológicos continúa en aumento y desde el 2012 los medicamentos biológicos (incluidos los biotecnológicos) concentran ya más del 40 % del gasto farmacéutico hospitalario en España.

En este contexto nace en Europa, a comienzos del siglo XXI, el concepto de biosimilar, ante la necesidad de establecer un marco de referencia para normalizar el desarrollo de productos biológicos cuya exclusividad de mercado estaba a punto de caducar. Es decir, al igual que sucede con los medicamentos de síntesis química y sus genéricos, las compañías pueden comercializar los biosimilares aprobados una vez que el periodo de exclusividad del medicamento de referencia u original haya expirado.

Según la Agencia Europea del Medicamento (EMA) un biosimilar es un medicamento altamente similar a otro medicamento biológico ya comercializado en la Unión Europea llamado “medicamento de referencia” o al que también nos referiremos como medicamento original. Dicha similitud se refiere a las características físicas, químicas y biológicas del producto. Por ejemplo, en el caso de proteínas, se espera que tengan la misma secuencia de aminoácidos y el mismo plegado de la proteína, con el fin de mantener su función biológica. Todos los medicamentos biosimilares son medicamentos biológicos (ya sean simplemente biológicos o biotecnológicos).

Actualmente, son 91 los medicamentos biosimilares autorizados en la Unión Europea (25 principios activos), de los cuales 75 se encuentran autorizados en España.

Todos los medicamentos producidos a partir de biotecnología deben ser aprobados en la UE a través del denominado procedimiento centralizado de la EMA. Casi todos los biosimilares aprobados para su uso en la UE han sido aprobados por este procedimiento, ya que utilizan la biotecnología para su producción. Algunos biosimilares pueden aprobarse por procedimiento no centralizado, como algunas heparinas de bajo peso molecular derivadas de la mucosa intestinal porcina, ya que no han sido obtenidos a partir de ingeniería genética.

El coste de la investigación y el desarrollo de un biosimilar es inferior al biológico de referencia, entre otras razones porque el tiempo de desarrollo también es menor: entre 7-8 años frente a los 8-12 años del producto de referencia. La principal razón es que el biosimilar no necesita la etapa de descubrimiento o investigación de moléculas, ni estudios de determinación de dosis, ya que emplea la misma dosis que el producto de referencia. Por ello, mientras que el coste de desarrollo de los biosimilares se encuentra entre 30 y 230 millones de euros (M€), el del biológico asciende a 375-1200 M€. En cualquier caso, el menor coste de desarrollo asociado a un biosimilar lleva consigo un descenso del precio del medicamento biosimilar con respecto al biológico de referencia, lo que se traduce en una mayor aportación a la sostenibilidad tanto de la sanidad pública como de la privada y en una mejora de la eficiencia de los recursos.

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