Las alteraciones del funcionalismo ovárico pueden clasificarse de manera general en: a) primarias, cuando el trastorno es de origen ovárico; b) secundarias, cuando es hipofisario (fallo en las gonadotropinas); y c) terciarias, cuando el problema está localizado en el hipotálamo. Lo más frecuente es que la infertilidad se deba a una hipofunción o disfunción de estos órganos, siendo mucho más raro que la causa sea una hiperfunción. En todas estas situaciones la mujer tiene dificultades importantes para quedarse embarazada. En cualquier caso, se requiere de la administración de gonadotropinas y/o de hormonas hipotalámicas para recuperar la fertilidad.
Durante los últimos años han adquirido gran desarrollo las técnicas que conocemos como técnicas de reproducción asistida (TRA), que combinan la estimulación ovulatoria, para conseguir un desarrollo folicular múltiple, con la preparación y capacitación del semen en el laboratorio para depositarlo posteriormente en el interior de la cavidad uterina –ya sea por inseminación artificial intraconyugal (IAC) como por inseminación artificial de donante (IAD)–, o bien proceder a su cultivo con ovocitos en el laboratorio para fecundarlos y obtener embriones que serán finalmente transferidos a la cavidad uterina, técnica conocida comúnmente como fecundación in vitro (FIV).
Los mayores riesgos están relacionados con la hiperestimulación ovárica (embarazo múltiple) y el desarrollo de malformaciones fetales. La política actual es limitar el número de embriones a transferir en función de la edad de la paciente y de la tasa de fecundación. Actualmente hay una baja incidencia de embarazos múltiples y la tasa de malformaciones no supera la de un embarazo normal.
El tratamiento tiene como objetivo incrementar la liberación de gonadotropinas para conseguir la ovulación. Esto puede conseguirse bien rompiendo el feedback negativo que regula a la baja esta liberación (clomifeno) o supliendo ese déficit de gonadotropinas con aporte exógeno.
El tratamiento de la infertilidad masculina se basa también en la administración de gonadotropinas. Estas hormonas en el varón son responsables de la síntesis de testosterona en los testículos y la espermatogénesis. Las mismas gonadotropinas que se utilizan en la infertilidad femenina pueden ser utilizadas en la masculina, si bien es verdad que no en ficha técnica de todas ellas se recogen estas indicaciones.
Consisten en evitar las relaciones sexuales en los momentos en los que existe mayor riesgo de embarazo (los días próximos a la ovulación). Coincidiendo con la ovulación ocurren una serie de cambios fisiológicos como la elevación de la temperatura corporal 0,5ºC o cambios en el flujo vaginal que se vuelve más filante, cuya observación puede utilizarse para incrementar la eficacia del método. De estas variables derivan tres métodos anticonceptivos:
Estos métodos son con claridad los menos eficaces, ya que para que la planificación pueda ser efectiva se requiere un ciclo muy regular. Además, los cambios fisiológicos que se utilizan como indicadores de ovulación son difíciles de interpretar y muchas veces pueden verse afectados por otros motivos.
Interfieren con el ascenso de los espermatozoides por el tracto genital femenino. Son métodos muy utilizados debido a su inocuidad y bajo coste. Entre estos métodos se encuentran los espermicidas, diafragma, preservativos (masculino y femenino) –que además son útiles para la prevención del contagio de enfermedades de transmisión sexual (ETS)–, capuchón cervical y esponja anticonceptiva.
Son los anticonceptivos hormonales, fármacos que suprimen el pico de LH e impiden que durante el ciclo tenga lugar la ovulación e inhiben la FSH impidiendo el desarrollo folicular.
En este grupo se encuadran los anticonceptivos de emergencia y los dispositivos intrauterinos (DIU):
El síndrome del ovario poliquístico (SOPQ) es la causa más común de anovulación e hirsutismo en la mujer. Se debe a alteraciones heterogéneas entre las que se encuentran: el incremento de las concentraciones séricas de LH con respecto a las de FSH, el aumento de las concentraciones intraováricas de andrógenos con respecto a las de estrógenos, o una mayor frecuencia de atresias foliculares. Al menos una de las anteriores variables debe estar presente para que se desarrolle esta patología.
La anovulación, que ocurre como consecuencia de las concentraciones elevadas de LH, origina un aumento de niveles de andrógenos, diminución de los niveles de progesterona y aumento de los andrógenos reducidos en posición 5α. Estos últimos son responsables de la aparición de hirsutismo.
La resistencia a la insulina es un hallazgo común en el SOPQ. La obesidad se ha considerado como una de las causas de resistencia a la insulina en pacientes con SOPQ, así como el hiperandrogenismo. Todo esto se ha reinterpretado últimamente bajo nuevas perspectivas haciendo cada vez más hincapié en los efectos negativos a muchos niveles de la resistencia a la insulina. Las niñas prepúberes con obesidad mórbida a menudo muestran hiperinsulinemia e hiperandrogenismo que se asocian al desarrollo futuro de SOPQ.
Los resultados de un reciente estudio muestran que el tratamiento con metformina junto con modificaciones del estilo de vida dieron lugar a una disminución del índice de masa corporal (IMC) y de los niveles de andrógenos, retrasó la menarquia y redujo la frecuencia de oligomenorrea, observándose en el grupo tratado una incidencia notablemente menor (5% vs 45%) de manifestaciones precoces de SOPQ observadas mediante ecografía.
La eliminación de tejido ovárico (resección ovárica en cuña) origina una disminución de las concentraciones intraovárica y periférica de testosterona, y de las concentraciones séricas de estrógenos.
Se define como un exceso de pelo terminal, grueso y pigmentado, distribuido según el patrón masculino adulto. Esta distribución lo distingue de la hipertricosis, caracterizada por el aumento de vello fino distribuido de modo difuso por toda la superficie corporal. El hirsutismo se considera un signo cutáneo de alteraciones androgénicas que pueden responder a dos tipos de mecanismos patogénicos: un exceso de andrógenos libres (hiperandrogenismo) y una mayor sensibilidad de los folículos pilosos a los andrógenos (hirsutismo periférico).
El tratamiento se basa en la acción antiandrogénica, que se puede conseguir a través de varios mecanismos:
Es una enfermedad benigna que se caracteriza por la presencia de implantes ectópicos de tejido endometrial a nivel de la superficie externa del útero, ovarios, trompas, peritoneo, intestino, etc. Llega a afectar al 15% de las mujeres en edad reproductiva. Tales implantes de endometrio ectópico mantienen una cierta actividad funcional, lo que acaba generando adherencias y fibrosis a nivel de cada unidad tubo-ovárica. Esto determina problemas para la captación ovular y el transporte de gametos. La alta concentración de macrófagos peritoneales, habitual en estas pacientes, interfiere tanto en el transporte como en la supervivencia espermática. Los síntomas más importantes son: dolor abdominal errático, sangrado intermenstrual, dispareunia y esterilidad.
La base del tratamiento consiste en suprimir la llegada de las gonadotropinas a los ovarios, luos cuales, al disminuir el aporte estrogénico a los implantes endometriósicos ectópicos, se atrofiarán temporalmente:
En algunos casos será necesario el tratamiento quirúrgico mediante cirugía endoscópica para la extirpación de los endometriomas. Tanto si se ha empleado un tratamiento médico, como si ha sido quirúrgico o combinado, la mitad de las pacientes seguirán siendo estériles y necesitarán recurrir a TRA.
Se define como un aumento de tamaño de la glándula mamaria a expensas del tejido glandular, en un varón y de naturaleza benigna. Puede aparecer como una manifestación fisiológica durante la pubertad, pero también en el curso de alteraciones endocrinas, u originarse por la acción de algunos fármacos (espironolactona, ketoconazol) o sustancias (esteroides anabolizantes). Es habitual que aparezca en la pubertad con remisión en 12-18 meses cuando se estabilizan los niveles de testosterona o en ancianos como consecuencia de la pérdida de esta hormona. El tratamiento farmacológico no ha demostrado ser especialmente eficaz. La resección quirúrgica está indicada si existen problemas psicológicos graves, si persiste más de 2 años y si alcanza un tamaño importante.
Se define como la secreción láctea de la glándula mamaria femenina fuera del periodo puerperal y que, además, persiste más de 6 meses. La causa más frecuente es la alteración de la prolactina, aunque su aumento solo es responsable de la galactorrea en un 30% de los casos. A su vez, la toma de fármacos es la causa más frecuente de hiperprolactinemia. Durante el diagnóstico de galactorrea siempre se debe revisar la toma de fármacos con efecto hiperprolactinémico y determinar los valores de PRL y hormonas tiroideas. El tratamiento depende de la causa responsable.
Se observa en algunos hipogonadismos. La menopausia también puede ser causa de atrofia mamaria. En estos casos, el tratamiento cíclico con estrógenos y progestágenos puede revertir la atrofia. Un déficit total o parcial del desarrollo mamario también puede deberse a una disminución en la sensibilidad a los estrógenos y progestágenos, en cuyo caso no responde a dosis sustitutivas.
Es la afección mamaria benigna más frecuente. Consiste en la aparición de quistes y fibrosis en ambas mamas, en mujeres en edad fértil con clínica cíclica de predominio en la fase premenstrual. Desaparece tras la menopausia y su intensidad disminuye tras la gestación y la lactancia. No suele tratarse. Se mantiene una vigilancia activa periódica para tomar medidas quirúrgicas si se sospecha una posible malignización.