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Una farmacia más asistencial en cada rincón del país

  • 2 abril 2024
  • Equipo editorial
  • Tiempo de lectura 4 minutos

Cada día pasan por las farmacias comunitarias españolas 2,3 millones de ciudadanos. La cifra absoluta dice poco, pero puesta en perspectiva –representa el triple de las personas que acuden a los centros de salud de atención primaria– ayuda a entender el enorme potencial asistencial de la red de 22.000 farmacias distribuidas en cada barrio y rincón del país, incluidas pequeñas localidades de menos de 5.000 habitantes en las que, con frecuencia, el farmacéutico es el único profesional sanitario disponible en el lugar para la población.

En los últimos años este enorme potencial asistencial y de salud pública ha comenzado a plasmarse en iniciativas de éxito en muchas autonomías y son ya una de cada cuatro las personas que al entrar en una farmacia comunitaria reciben servicios asistenciales farmacéuticos que van más allá de la dispensación de medicamentos.

Se trata de servicios como la indicación farmacéutica, los de conciliación de la medicación, los sistemas personalizados de dosificación o los programas de adherencia terapéutica que, además de reducir los problemas relacionados con los medicamentos y mejorar la calidad de vida y la salud de los pacientes, resultan económicamente eficientes para el sistema sanitario, al reducir costes, hospitalizaciones y la morbimortalidad de los pacientes.

Pero también servicios que ayudan a educar y prevenir, como los programas para detección de enfermedades ocultas como el VIH, el chagas, el cáncer de colon o el de cérvix implantados en nueve autonomías; los programas de deshabituación tabáquica de ocho comunidades; los de intercambio de jeringuillas de 7 comunidades; los de mantenimiento con metadona desarrollados en 11 autonomías o los de dispensación colaborativa entre farmacia hospitalaria y farmacia comunitaria puestos en marcha en 5 autonomías.

La necesaria universalización de los servicios asistenciales farmacéuticos es una prioridad que representa, además, una garantía de futuro para la sostenibilidad de la farmacia”


Una amplia cartera de servicios asistenciales y de salud pública que la profesión farmacéutica está preparada y dispuesta para ofrecer como muestran estas experiencias de éxito que se están desarrollando en diferentes autonomías y las conclusiones preliminares de un reciente estudio presentado en el 23 Congreso Nacional Farmacéutico que desgranamos ampliamente en este número de la revista, pero que precisan de un impulso más decidido desde la Administración para su extensión homogénea a todo el país.

Un apoyo a la universalización de estos servicios que podría llegar a duplicar el número de pacientes que actualmente se están beneficiando de los servicios asistenciales farmacéuticos y que aliviaría de presión al sistema sanitario ya que cerca del 5% de las consultas actuales de los centros de salud se producen por necesidades vinculadas a servicios asistenciales farmacéuticos que se están ofreciendo ya en muchas autonomías, como la educación sanitaria o los programas de deshabituación, y que cabría extender a todo el país.

La necesaria universalización de los servicios asistenciales farmacéuticos es una prioridad que representa, además, una garantía de futuro para la sostenibilidad de la farmacia y, con ella, una vía abierta para la creación de empleo y fijación de población en nuestros pueblos. No olvidemos que cada euro invertido en una farmacia comunitaria genera 1,6 euros al conjunto de la economía y crea 1,8 puestos de trabajo en otros sectores. Pero, sobre todo, la extensión de los servicios farmacéuticos asistenciales será una garantía de eficiencia y equidad para la sanidad.

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