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Farmacia con arte

El galeón de plata

  • 12 marzo 2025
  • María del Mar Sánchez Cobos
  • Tiempo de lectura 9 minutos

El orfebre sonrió satisfecho. Su pequeña joya brillaba bajo la luz del mediodía. Las velas, a punto de henchirse al viento, parecían querer hacerse a la mar y romper las olas con un brío inusitado. El maestro platero suspiró al ver terminada su obra. Una pequeña y exquisita réplica en plata de aquellos gigantes de madera que conquistaron el sueño de ultramar.

Navegando entre paisajes de agua, los galeones españoles circunnavegaban la Tierra desde que Cristóbal Colón cruzó el Atlántico por vez primera en 1492. Magallanes y Elcano consiguieron dar la vuelta al mundo, gesta que duró desde 1519 hasta 1522. Habría que esperar cuarenta y tres años para que en una expedición comandada por Miguel de Legazpi, se encontrara una ruta que posibilitara el viaje de vuelta desde Filipinas a través del Pacífico. La persona encargada para esta empresa fue el cosmógrafo Andrés de Urdaneta, fraile agustino con gran experiencia y conocimientos, veterano de aventuras oceánicas. Urdaneta conocía los vientos y las corrientes del Pacífico. Así que en junio de 1565, desde Cebú (Filipinas), a bordo de la nao San Pedro y aprovechando el monzón, entraron en la corriente marina de Kuro-Shivo o Kuroshio, que ya no abandonaron hasta llegar a Acapulco (Méjico). Había descubierto la ruta del llamado Tornaviaje.

En junio de 1565, desde Cebú (Filipinas), a bordo de la nao San Pedro y aprovechando el monzón, entraron en la corriente marina de Kuro-Shivo o Kuroshio, que ya no abandonaron hasta llegar a Acapulco (Méjico). Había descubierto la ruta del llamado Tornaviaje»

Las corrientes marinas son las responsables de los movimientos en las aguas de mares y océanos. La principal causa es el movimiento de rotación de la Tierra. Se clasifican principalmente según su temperatura (frías o cálidas), o en función de sus características (oceánicas, de marea, oleaje, densidad o deriva litoral). Una de las reguladoras del sistema climático de la Tierra, la conocida como Corriente del Golfo, fue descrita por el español Antón de Alaminos. Marino y explorador nacido en Palos de la Frontera, que navegó con Colón en sus últimos viajes y con Hernán Cortés. El uso de esta corriente agilizaba el retorno desde América hasta España. La llamada corriente de Humboldt o del Perú, también fue descubierta por un español: el jesuita vallisoletano José de Acosta.

Urdaneta encontró la corriente que le daría la supremacía de los mares al Imperio Español: la corriente de Kuroshio. Esta “autopista del mar”, también conocida como corriente de Japón, debe su nombre a su color azul oscuro. Es la que hizo posible el famoso Tornaviaje a través del Pacifico. Esta corriente oceánica tan importante para la historia de España, ha sido elegida como lema para el Pabellón que representará a España en la Exposición Universal Expo Osaka 2025 que tendrá lugar en Japón. El océano, el sol, España y Japón se conectarán a través del arte, el diseño y la gastronomía.

Tornaremos a nuestro viaje a bordo de cualquiera de aquellas naos que al dominar el mar, dominaron el mundo. Aguerridas tripulaciones surcaron la ruta que unía tres continentes: Asia, América y Europa, a través de Manila y Acapulco. Esta ruta tuvo un inmenso éxito, funcionó hasta 1815. Se conoce como la del “El Galeón de Manila”, “El Galeón de Acapulco”, o “La Nao de la China”

Ahora, tornaremos a nuestro viaje a bordo de cualquiera de aquellas naos que al dominar el mar, dominaron el mundo. Aguerridas tripulaciones surcaron la ruta que unía tres continentes: Asia, América y Europa, a través de Manila y Acapulco. Esta ruta tuvo un inmenso éxito, funcionó hasta 1815. Se conoce como la del “El Galeón de Manila”, “El Galeón de Acapulco”, o “La Nao de la China”. Navíos que se dejaron llevar por las corrientes. Atravesaron los océanos entre tormentas, expuestos a hundimientos, enfermedades y ataques piratas. Fue un negocio fabuloso, las bodegas iban repletas de mercancías cargadas en Manila. Cuando iba a llegar el Galeón, la ciudad bullía con los mercaderes que procedentes de las Molucas, Japón, Formosa, Siam, la India y China, traían los productos considerados exóticos: especias, porcelanas, sedas, mantones, jades, biombos lacados, bálsamos y perfumes. Una vez cargada, la nave emprendía su viaje a través del Pacífico hasta que los delfines y las aves le avisaban que la travesía, que había durado unos seis meses, estaba a punto de finalizar y ya arribaban al puerto de Acapulco en Méjico.

Acapulco, en el siglo XVII, era un pequeño puerto de pescadores, de casas bajas de madera, barro y paja donde vivían unos cuatro mil habitantes. El anuncio de la llegada del Galeón desataba una gran expectación: el Virrey publicaba bandos para avisar a los comerciantes interesados. Se mandaban correos. Se echaban las campanas al vuelo y recuas de asnos y mulas vistosamente enjaezadas acudían prestos a la localidad que multiplicaba su población considerablemente. Esta feria novohispana de Acapulco duraba aproximadamente un mes.

Posteriormente por vía terrestre, por el “Camino Real” y a lomos de mulas, las mercancías se trasladaban a Veracruz desde donde salía la Flota de Indias con destino a Sevilla y Cádiz.

Cuando el Galeón partía hacia Filipinas a compás de los vientos alisios, portaba cacao, tabaco, caballos, caña de azúcar, pimientos, papayas, añil, sombreros de palma… También viajaban funcionarios enviados desde España, delincuentes destinados a presidios orientales y misioneros, que en sus baúles llevaban obras de arte sacro, libros y cantorales. Entre estos libros, llegó al archipiélago filipino, un ejemplar de la “Materia médica” de Dioscórides, que sirvió como pauta para los herbarios filipinos. En la génesis de los mismos participaron las órdenes religiosas establecidas en las islas. Es el caso del franciscano lusitano Fray Blas de la Madre de Dios (1555-1626) que además de hablar la lengua tagala, recorrió gran parte del territorio, estudiando las drogas medicinales nativas, lo que plasmó en su obra “Libro de Medicinas Caseras para consuelo de los religiosos y alivio de los enfermos”. El jesuita y boticario Josef Kamel instaló una botica en el Colegio Jesuítico de Manila. También realizó un extenso estudio sobre la flora medicinal autóctona, rechazando aquellas plantas que carecían de actividad terapéutica. Asimismo describió “el haba de San Ignacio” (rica en alcaloides especialmente estricnina). El lego franciscano Fray Juan Clemente ofrecía medicamentos y alimentos en la botica del Hospital de Naturales de Manila.

En general todos los hospitales fundados en los primeros tiempos constaban de dependencias farmacéuticas, a veces equipadas con laboratorios, almacenes y jardines botánicos. Ello mejoró considerablemente la salud de los habitantes»

En general todos los hospitales fundados en los primeros tiempos constaban de dependencias farmacéuticas, a veces equipadas con laboratorios, almacenes y jardines botánicos. Ello mejoró considerablemente la salud de los habitantes. En 1871 se estableció la Facultad de Farmacia de Manila.

El Galeón San Diego, uno de los majestuosos barcos que formaban parte de la ruta comercial de los Galeones de Manila, se hundió en 1600 tras una batalla contra los
holandeses. Más de 6.000 objetos se encontraron en los restos del naufragio. Entre ellos, y como los navíos solían llevar una pequeña botica a bordo, había cajitas para ungüentos, albarelos procedentes de China y morteros de bronce. Estos botiquines disponían de medicamentos de origen vegetal y animal, purgativos o jarabes.

Y, por supuesto, había plata, en monedas y lingotes, con la que se hacían las transacciones reales de plata acuñados en México o Potosí. China había adoptado la plata como modo de pago. Esta procedía de Nueva España y del Perú. La moneda de plata novohispana de 8 reales fue la de curso legal hasta las primeras décadas del siglo XIX. Fue la primera moneda global de la historia. El Galeón de Manila tuvo actividad dos siglos y medio desde 1565 a 1815 y transportó grandes cantidades de plata en cada viaje.

La plata es un metal noble, brillante, dúctil y maleable; considerada un regalo de la Luna desde la antigüedad, su número atómico es el 47 y su símbolo es Ag (del latín Argentum). Da nombre a un gran país: Argentina.

La plata se utiliza en fotografía, electrónica, electricidad, orfebrería y platería y en la industria química. Su uso en medicina es conocido desde los tiempos de Hipócrates que ya la describía como útil para la cicatrización. Los romanos la empleaban como desinfectante. Y a finales del siglo XIX se confirmaron sus propiedades antimicrobianas, aunque su uso como tal decayó con el descubrimiento de la penicilina y las sulfamidas. Golgi y Cajal llevaron a cabo tinciones de tejidos neuronales con cromato de plata y carbonato amónico de plata. Actualmente se aplica en forma de apósitos que ayudan a la cicatrización de heridas.

En la cabina del Capitán, un precioso galeón de plata reposa junto a instrumentos antiguos de navegar. Es de plata quieta, como las olas de la caleta, que sigue soñando con volar sobre las olas. Contemplar el infinito del mar abierto, horas antes del amanecer. Sentir el salitre; el viento; las calmas; las tormentas… ¡Ay! quién pudiera volver a divisar… ¡la Flota de Indias haciéndose a la mar!

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