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Farmacia con arte

Un encargo muy especial

  • 12 agosto 2024
  • María del Mar Sánchez Cobos
  • Tiempo de lectura 9 minutos

Primero fueron las cavernas. Después las tiendas de pieles. Posteriormente, los palafitos y las chozas de barro y paja, que fueron las primeras construcciones que indicaron el abandono de la vida nómada. La humanidad había estrenado un estilo de vida que dura hasta hoy.

En el Neolítico, con la aparición de la agricultura y el consiguiente asentamiento de los pueblos, las sociedades aumentaron y construyeron viviendas estables, así como edificaciones religiosas o defensivas. Los griegos y los romanos sentaron las bases de lo que se considera la arquitectura clásica. Más tarde se fueron desarrollando los distintos estilos arquitectónicos: románico, gótico, renacentista, barroco, neoclásico, industrial, moderno y contemporáneo.

Tras cada uno de estos periodos siempre han estado los artistas que diseñaron todas y cada una de las obras. Nombres como Apolodoro de Damasco, Palladio, Vasari, Vitruvio, Brunelleschi, Miguel Ángel, Gaudí, Frank Lloyd Wright, Le Corbusier, Frank Gehry, Renzo Piano, Moneo, Gropius o Norman Foster forman parte del acervo cultural de los pueblos. Las ciudades compitieron para difundir su poder, su grandeza, su autoridad. Pirámides, zigurats, acueductos, foros y faros; monasterios, castillos, palacios, fortalezas y catedrales inverosímiles. Albergues, posadas, corralas y viviendas; Grandiosos teatros y estadios. Edificaciones que queriendo arañar el cielo se han ido haciendo cada vez más altas. Los materiales y las técnicas han evolucionado con los tiempos, pasando de la piedra y la madera, al hormigón armado, el metal y el cristal.

España es un país riquísimo en cantidad y calidad de monumentos. En ellos, así como en sus casonas, edificios y viviendas, está impreso el largo devenir de su historia. El legado romano, árabe, visigótico, románico y gótico sigue adornando nuestros paisajes, pero en la España decimonónica llegó la modernidad y con ella un considerable cambio en la forma de pensar en las ciudades. Nació el urbanismo. Se pasó del historicismo al modernismo que tuvo una gran expansión en Cataluña de la mano del genial Gaudí.

Los maestros de la arquitectura realizan diseños, coordinan y gestionan proyectos de todo tipo. Entre ellos están las farmacias. Se sabe que Gaudí participó en la decoración y mobiliario de la Farmacia Gibert, hoy desaparecida, que se encontraba en el barcelonés paseo de Gracia»

Los maestros de la arquitectura realizan diseños, coordinan y gestionan proyectos de todo tipo. Entre ellos están las farmacias. Se sabe que Gaudí participó en la decoración y mobiliario de la Farmacia Gibert, hoy desaparecida, que se encontraba en el barcelonés paseo de Gracia. Fue uno de sus primeros encargos. Y es que la construcción de un establecimiento farmacéutico, dado sus particulares características, se puede considerar como un encargo muy especial. La relación arquitectura-farmacia es una realidad. Estudios de arquitectos de renombre como el de Antonio Lamela, constructor de la T-4 del Aeropuerto de Madrid, las Torres Colón, importantes edificios en Torremolinos y en el Paseo Marítimo de Málaga, también diseñaron farmacias como la situada en la Calle General Pardiñas de Madrid.

Ya en el pasado, los arquitectos de grandes monumentos efectuaban las obras pertinentes para albergar las boticas monásticas hospitalarias y palaciegas. Tal es el caso de la botica del Escorial cuyo proyecto se debe al famoso Juan de Herrera, militar, matemático , geómetra y arquitecto de Felipe II; autor, además de El Monasterio del Escorial, de la catedral de Valladolid, y del Palacio Real de Aranjuez, aunque la botica la ejecutó su alumno y colaborador Francisco de Mora. El Palacio Real de Madrid, construido con piedra y ladrillo para evitar que un incendio lo destruyera como el Antiguo Alcázar, acoge en un ala del mismo, la Real Botica. Narciso Pascual y Colomer, arquitecto y paisajista de la época isabelina, fue el encargado de instalarla en dicho espacio.

Grandes y pequeñas farmacias jalonan la geografía española adoptando en cada región la fisonomía del lugar.

En la verde Galicia, entre castaños, viñas y maizales, hay un municipio perteneciente a la provincia de Pontevedra: Porriño; famoso por sus canteras de granito. El más apreciado es el llamado granito rosa Porriño. En esta localidad nació uno de los más reconocidos arquitectos gallegos: Antonio Palacios, pionero en la explotación del granito rosa y gris procedente de su tierra.

Palacios es el responsable de la construcción de muchos edificios emblemáticos del centro de Madrid. Ahora, y con motivo del 150 aniversario de su nacimiento, se han organizado una serie de actos y exposiciones para recordar a tan insigne creador. Así que por favor, póngase un calzado cómodo porque vamos a realizar un recorrido por el magnífico legado que nos ha dejado en la capital.

En primer lugar nos situaremos en el corazón de la urbe, junto a la diosa Blanca, la diosa Cibeles, obra de Ventura Rodríguez, otro de los artífices de Madrid. Desde allí alzaremos la vista hacia el inmenso Palacio que albergó durante años el Palacio de Correos y Comunicaciones, sede actual del Ayuntamiento madrileño. Entre castillo y catedral, su alma se queja. Ecléctico, grande por dentro y por fuera. Posee una cubierta acristalada, inspirada en el Palacio de Cristal del vecino Retiro.

Sigamos transitando por este escenario que es Madrid. Subiendo por la calle de Alcalá y en la esquina con la castiza calle Barquillo, un impresionante edificio de cuatro plantas, con cúpula de cristal, nos impresiona por su solidez y relación con su entorno. Conocido también por sus columnas jónicas y unas inmensas cariátides que flanquean su puerta original. Es la actual sede del Instituto Cervantes, siendo anteriormente el Banco Español del Río de la Plata. La calle de Alcalá, larga donde las haya, se encamina hacia la Puerta del Sol. Si volvemos la vista atrás, allí estará ella, la otra Puerta, la mil veces cantada. Dejémosla, viendo pasar el tiempo, mientras dirigimos nuestros pasos hacia otro majestuoso, y «palaciego» edificio: el Círculo de Bellas Artes, simbolo destacado de la modernidad, de inspiración neoyorquina con detalles griegos, cuyo torreón esta rematado por la diosa Minerva.

Si están un poco cansados, no se preocupen. Ahora vamos a coger el metro. Antes visitaremos la Casa Matesanz, la Casa del Conde de Bugallal, la casa de viviendas en la calle Cedaceros y las del Marqués de Villamejor. Todas ellas firmadas por Palacios. Pues bien, en 1917 se fundó la Compañía Metropolitana de Alfonso XIII. El papel de Palacios en el proyecto del metro fue clave, pues le proporcionó una identidad en la que destacan las líneas decorativas de los templetes, las barandillas de hierro y el uso de la cerámica.

La cerámica es una constante en la obra de nuestro arquitecto. Junto a Otamendi, otro prestigioso arquitecto de la época, y Daniel Zuloaga, ceramista y tío del pintor Ignacio Zuloaga, realizaron muchos trabajos. Sin esta singular colaboración no se entendería el resultado final del edificio con el que concluiremos este itinerario. Bien, una vez lleguemos a la estación de metro de Cuatro Caminos, nos dirigiremos hacia la calle Raimundo Fernández Villaverde. Bajando a la derecha, un imponente edificio de piedra nos sale al paso: el Antiguo Hospital de Jornaleros, hoy Palacio Maudes, perteneciente a la Comunidad de Madrid. Este hospital contaba con 150 camas, diversos pabellones, jardines y una iglesia. Arquitectónicamente lleva la impronta de Palacios, especialmente en el uso de los elementos cerámicos tanto en el exterior como en el interior del mismo, así como balaustradas, torrecillas y pináculos que le dan un aire palaciego.

Desde la diosa Cibeles alzaremos la vista hacia el inmenso Palacio que albergó durante años el Palacio de Correos y Comunicaciones, sede actual del Ayuntamiento madrileño. Entre castillo y catedral, su alma se queja. Ecléctico, grande por dentro y por fuera. Posee una cubierta acristalada, inspirada en el Palacio de Cristal del vecino Retiro».

En nuestro itinerario falta una obra que desgraciadamente ha desaparecido. El famosísimo Hotel Florida, en la Plaza de Callao. Bello y singular, célebre por tener baño propio en cada habitación. Se convirtió en el centro de la modernidad, donde se reunían gentes del teatro, cine y la bohemia. Durante la guerra civil fue el hogar de los grandes escritores y corresponsales extranjeros: John Dos Passos, Hemingway, Martha Gellhorn, Saint Exupéry o Robert Capa.

Antonio Palacios nunca olvidó su terruño. Entre las numerosas obras que proyectó en Galicia, destaca el edificio de la Botica Nova en Porriño. Diseñada para su hermano José Palacios, farmacéutico. De factura sencilla tiene una esquina redondeada a modo de torreta en el que un mosaico de cerámica azul porta el rotulo «Botica Nova de Palacios». Botica actualmente regentada por Celia Diz.

Las ciudades se están transformando, las farmacias también. Cada vez son menos decorativas y más funcionales, aprovechando los nuevos materiales, así como mejorando los espacios y los mobiliarios. Las tendencias actuales pasan por la reducción del impacto ambiental, sostenibilidad y versatilidad, sin olvidar la creatividad.

Uno de los alegatos más hermosos en la literatura a favor de la creatividad en la arquitectura es el que escribió la novelista Ayn Rand, en su libro «El Manantial» (1493), donde defiende la individualidad del autor.

A través de los siglos, la humanidad fue construyendo ciudades, escenarios donde vivir y morir. Muchas de ellas han desaparecido bajo el peso de la historia, bien por causas naturales o por las guerras. Ruinas legendarias que aún sirven de inspiración a los nuevos creadores. Al principio vivíamos a ras de tierra, ahora día a día, vamos conquistando un palmo más de cielo: grandes metrópolis, insólitos paisajes urbanos.

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