El invierno trae consigo cambios en nuestros hábitos y necesidades nutricionales. Con el frío, solemos reducir la actividad física y aumentar el consumo de alimentos más calóricos para mantener nuestra temperatura corporal. Además, la menor exposición al sol puede provocar un déficit de vitamina D, afectando nuestro sistema inmunológico y aumentando el riesgo de infecciones respiratorias.
¿Cómo se adapta nuestra alimentación en invierno?
Mayor consumo de guisos, sopas y tubérculos para energía y protección.
Reducción en la ingesta de frutas frescas, aunque siguen siendo esenciales.
Predominio de técnicas de cocción más largas, como estofados y horneados, que aportan saciedad y confort.
Desde la Farmacia Comunitaria, promovemos una alimentación equilibrada y saludable para prevenir carencias nutricionales y fortalecer el bienestar en los meses fríos.
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