Aunque suelen emplearse como sinónimos, los términos de alergia e hipersensibilidad no lo son. De hecho, la alergia es tan sólo una de las formas posibles de hipersensibilidad. Este último término, más amplio, suele definirse como una respuesta inmunológica inapropiada o desproporcionada frente a un antígeno, que en el caso de la alergia, recibe el nombre de alergeno. Esta reacción orgánica es capaz de producir daños de diversa importancia en los tejidos del organismo. En realidad, todo el mundo está expuesto a muchas de estas sustancias y, sin embargo, la mayoría conviven con ellas sin problemas, ya que la reacción inmune frente a estas sustancias es de baja intensidad y no la perciben la mayor parte de las personas. Por el contrario, los sujetos alérgicos a una sustancia desencadenarán una respuesta exagerada.

Entre el 15% y el 25% de la población es alérgica a alguna sustancia. Afortunadamente la mayoría de las reacciones alérgicas tienen escasa importancia y no ocasionan grandes molestias. Sin embargo, en ocasiones pueden ser extraordinariamente graves y precisar de intervención médica urgente. Las repercusiones socioeconómicas por el absentismo laboral y escolar han sido estudiadas a escala nacional, habiéndose observado que la pérdida de escolaridad, por ejemplo, en niños menores de 7 años, se sitúa en torno a 20 días al año y el coste económico por bajas laborales se estima por encima de los 180 millones de euros.

La alergia tiene un alto componente hereditario. Si ningún miembro de la familia tiene historial alérgico, hay un riesgo del 5% de que el niño sea atópico. Sin embargo, si ambos padres tienen enfermedad alérgica, sobre todo si es desde hace mucho tiempo e incluye varios procesos, como asma, eczemas y rinitis, el riesgo se aproxima al 75%. Al margen de las medidas preventivas existen dos opciones terapéuticas básicas: el tratamiento farmacológico, considerado como tratamiento de primera línea, que está dirigido principalmente a neutralizar o amortiguar los síntomas más característicos de los cuadros leves o moderados de alergia. Cuando no puede evitarse un alergeno y el tratamiento farmacológico es insuficiente para aliviar los síntomas de la enfermedad atópica, puede intentarse la hiposensibilización o desensibilización con el propio alérgeno, inyectándolo en forma de extracto en dosis crecientes por vía subcutánea. En esto consiste el tratamiento inmunológico o inmunoterapia.

Desde la oficina de farmacia se realiza una labor preventiva, enmarcada en dos líneas de actuación fundamentales. Por un lado se detectan pacientes alérgicos no diagnosticados, derivándolos hacia el médico; y por otra parte se divulgan las medidas de tipo higiénico-sanitario destinadas a amortiguar el impacto de los alergenos sobre los pacientes. La detección de pacientes alérgicos puede realizarse tanto a través de los síntomas, como por la utilización reiterada y, sobre todo, estacional de los medicamentos antes mencionados, en especial de medicamentos que no precisan prescripción médica como los descongestivos nasales. En cualquier caso es importante que estos pacientes acudan al médico para realizar un diagnóstico adecuado.

No lo olvide: Pregunte siempre a su farmacéutico. Él le informará sobre éstas y otras cuestiones relacionadas. Y recuerde que la intervención farmacéutica supone una elevada garantía en el proceso global de adecuación, efectividad y seguridad de los tratamientos con medicamentos.