La enfermedad de Alzheimer es una enfermedad degenerativa de carácter progresivo que afecta al cerebro, provocando un deterioro de la memoria, de la inteligencia y del comportamiento. En sí misma, la demencia no es una enfermedad, sino más bien un conjunto de síntomas y signos que caracteriza a un amplio grupo de enfermedades y condiciones de muy diversa etiología. Generalmente se la define como una reducción paulatina de la capacidad intelectual de la persona, hasta el punto de afectar significativamente a su capacidad para desarrollar actividades cotidianas. El Alzheimer afecta a la memoria, al pensamiento, a la emotividad y al comportamiento. En un primer momento, el enfermo olvida realizar actividades cotidianas como preparar la comida, no recuerda los nombres de objetos habituales, se pierde en lugares familiares, cambia de humor, de personalidad o de comportamiento. Cuando estos fallos de comportamiento provocan un sentimiento de miedo y de inseguridad, llega el momento de acudir al médico para determinar si es necesario un examen con profundidad realizado por un especialista. Realizar este examen consiste en un test cognitivo muy sencillo, análisis de sangre y orina y otras pruebas.
Aunque por el momento el Alzheimer es una patología incurable, se reconoce unánimemente que los tratamientos farmacológicos producen efectos positivos, sobre todo en los primeros fases de la enfermedad. Cabe explicar brevemente que el objetivo de las terapias existentes consiste en influenciar en el metabolismo cerebral. Así, si bien los tratamientos no curan la enfermedad ni impiden su evolución a largo plazo, sí favorecen la mejoría de las capacidades intelectuales del enfermo durante las primeras fases de la enfermedad, o al menos, el retraso o una ralentización del deterioro.
Es evidente por ello, y teniendo en cuenta además que no existe un tratamiento susceptible de actuar sobre las causas de Alzheimer, que la eficacia de los fármacos y de otros tratamientos no farmacológicos es mayor cuanto antes se instaure su utilización. No lo olvide: pregunte siempre a su farmacéutico, él le informará sobre estas y otras cuestiones relacionadas con la salud y el medicamento.