El corazón, que se encarga de bombear la sangre que circula por su interior hacia todo en organismo, es incapaz de nutrirse de ella, necesitando de un sistema arterial propio que le proporciona el oxígeno necesario para su funcionamiento. Se trata de las arterias coronarias que rodean al músculo cardiaco y lo perforan desde la parte más externa del mismo hacia su interior. Esta paradoja hace que el corazón sea un órgano relativamente mal irrigado, cuando su función principal es la de irrigar eficazmente al resto del cuerpo.
La angina de pecho es una enfermedad caracterizada por molestias, opresión o dolor en el pecho, que se precipita por el esfuerzo físico y se alivia con el reposo o con tratamiento farmacológico.
La causa de la angina de pecho es la isquemia o déficit de oxigenación del músculo cardiaco, ya sea por obstrucción o espasmo de las arterias encargadas de su irrigación, por exceso de la demanda cardiaca, por anemia excesiva, etc. La causa más frecuente de angina es una obstrucción arterial coronaria por aterosclerosis.
La angina de pecho es por definición una situación reversible y transitoria, toda vez que el músculo cardiaco no puede permanecer mucho tiempo en situación de isquemia, sin que se vea afectada gravemente su función. Si la angina de pecho se extendiera en intensidad y duración, estaríamos en la antesala del infarto de miocardio.
En la angina de pecho el paciente percibe molestias en el tórax. Puede ser un dolor vago, escasamente molesto, o puede convertirse rápidamente en una grave e intensa sensación de opresión. Su localización es variable, pero la mayoría de las veces se nota detrás del esternón. Puede irradiarse al hombro izquierdo y hacia abajo, incluso hasta los dedos. También puede notarse en el abdomen superior. Como la molestia raramente tiene lugar en la región de la punta del corazón, el enfermo que señala esta zona concreta o describe sensaciones fugaces, agudas o de calor, en general no tiene angina.
El tratamiento farmacológico de la angina de pecho incluye, entre otros, fármacos que producen dilatación de las arterias coronarias para facilitar la oxigenación miocárdica y fármacos que reducen las necesidades o demandas de oxígeno por parte del corazón. La administración de estos fármacos puede realizarse por vía oral y también es de utilidad la administración transdérmica mediante parches que se adhieren a la piel.
No lo olvide: Pregunte siempre a su farmacéutico. Él le informará sobre éstas y otras cuestiones relacionadas. Y recuerde que la intervención farmacéutica supone una elevada garantía en el proceso global de adecuación, efectividad y seguridad de los tratamientos con medicamentos.