La palabra cosmética procede del griego kosmetés, traducido como que pone en orden o que adorna. En términos generales se aplica a todas las preparaciones y elementos de uso externo para acondicionar y embellecer el cuerpo, limpiando, coloreando, suavizando o protegiendo la piel, el pelo, las uñas o los labios. Ya en la prehistoria la mujer se aplicaba colores rojos en la cara, algo que siguen realizando muchas culturas primitivas en la actualidad. Las sociedades asiáticas quemaban materiales aromáticos en los templos públicos y en los hogares, sembrando las primeras semillas de lo que más tarde serían los perfumes. Pero es el antiguo Egipto el que puede ser considerado la cuna de la ciencia cosmética.

En Roma, la cosmética se consideraba un componente de la medicina y Galeno se hizo famoso por su fórmula contra la piel seca y las arrugas. La cosmética tuvo momentos bajos después de las invasiones de los pueblos bárbaros y en la Edad Media con la irrupción del cristianismo, que condenaba la vanidad que suponía cualquier producto de belleza. Los cruzados observaron el gran uso que de los cosméticos se hacía en Oriente Próximo, y fueron ellos quienes lo propagaron en Europa. A partir del Renacimiento se empezó de nuevo a estimar la apariencia exterior y la cosmética tuvo un importante crecimiento. Con el Siglo de las Luces, las investigaciones en el campo de la química fueron altamente beneficiosas para la ciencia cosmética, ya que se empezaron a producir sustancias difíciles de conseguir hasta entonces.
 
Ya en nuestro siglo, el uso de cosméticos volvió a ponerse de moda a partir de la I Guerra Mundial, aunque no fue hasta los años treinta y cuarenta cuando su uso se masificó, con la creación de las grandes empresas y la importancia del aspecto externo de la persona. La liberación de la mujer, su introducción paulatina en el mundo laboral, y las modas, han hecho de la cosmética una auténtica necesidad. A partir de la década de los setenta, también los hombres entraron a formar parte de este culto a la belleza, utilizando colonias, lociones, tónicos para el cabello, con una base de quinina o de alcohol, y desodorantes.
 
Los últimos avances científicos, médicos y farmacéuticos han sido beneficiosos también para la cosmética y han conseguido demostrar la eficacia de sustancias de todo tipo, cuyos principales logros residen en limpiar, proteger, conservar y embellecer el cuerpo: maquillajes, cremas y jabones para la piel, preparados para el lavado, conservación y tinte del cabello y perfumes.
No lo olvide: Pregunte siempre a su farmacéutico. Él le informará sobre éstas y otras cuestiones relacionadas. Y recuerde que la intervención farmacéutica supone una elevada garantía en el proceso global de adecuación, efectividad y seguridad de los tratamientos con medicamentos.