El prospecto es el texto que incluyen todos los medicamentos en el envase y que contiene la información para el paciente sobre las características del fármaco. Todos los prospectos tienen los mismos apartados para facilitar la búsqueda de la información al usuario: composición, indicaciones, posología, contraindicaciones, precauciones, efectos secundarios e interacciones. Debemos conservar el prospecto junto con el medicamento, para poder consultarlo siempre que tengamos una duda y evitar así posibles confusiones.
El primer apartado de un prospecto es la composición, que informa sobre las sustancias que componen el medicamento, su nombre, cantidad y presentación, que es la forma en que se presenta el fármaco como puede ser en cápsulas o en jarabe. Entre las sustancias que lo componen están las que tienen actividad terapéutica, conocidas como principios activos. Los excipientes también forman parte del medicamento, pero no son activos farmacológicamente. Son sustancias como el azúcar de los jarabes o como los colorantes. Es obligatorio incluirlos en los prospectos, ya que pueden producir alergias o intolerancias en algunas personas, aunque se trate de casos muy poco frecuentes.
Otro apartado que figura en un prospecto es el de las indicaciones. En él se especifican las enfermedades para las que el medicamento está indicado. En la posología se señala la dosis o cantidad del medicamento que debe administrarse en cada toma y diariamente. En general, la dosis es la recomendada para adultos, con especificaciones, si es el caso, para niños o ancianos. En otros casos, la dosis se especifica en función de la edad o peso del paciente.
En el apartado de contraindicaciones se recogen los casos en que el medicamento no debe tomarse ya que podría ser perjudicial para algunas personas que padecen determinadas enfermedades crónicas o alergias. En las precauciones se avisa de algunas circunstancias en que, pudiendo tomarse el medicamento, hay que extremar la vigilancia. Los efectos secundarios nos informan de las reacciones no deseadas que puede producir un medicamento en nuestro organismo. Lo más habitual es que no se manifiesten efectos secundarios y, si aparece alguno, que sea en forma leve. En todo caso, siempre que al tomar un medicamento observemos alguna alteración, deberemos consultar con el médico o farmacéutico.
Las interacciones se producen por la administración simultánea de un medicamento con otros, dando lugar a un aumento o disminución de los efectos de los mismos. Éste es el motivo por el cual es tan importante avisar al especialista si se está siguiendo algún tratamiento antes de empezar otro, aunque se trate de un medicamento aparentemente inofensivo.
No lo olvide: pregunte siempre a su farmacéutico, él le informará sobre estas y otras cuestiones relacionadas con la salud y el medicamento.