Las enfermedades inflamatorias intestinales son trastornos crónicos en los que se produce una inflamación del intestino, ocasionando retortijones abdominales recurrentes y diarrea, básicamente. Hay dos tipos de enfermedad inflamatoria intestinal, la enfermedad de Crohn y la Colitis Ulcerosa. Hay teorías que afirman que estas dos enfermedades son en realidad una sola pero dividida en dos tipos, dependiendo la zona afectada. No existe una única causa que produzca estos trastornos. Es probable que la combinación de factores genéticos y ambientales, estén involucrados. Así el tabaco es un factor de riesgo claro en el sufrimiento de las recaídas en pacientes con la enfermedad Crohn. Dicha enfermedad suele manifestarse en la última porción del intestino delgado y en las primeras del grueso. La causa de este trastorno es desconocida, pero las investigaciones se han centrado en tres posibilidades: una disfunción del sistema inmunitario, una infección o la dieta. Los síntomas más característicos de la enfermedad de Crohn consisten en diarrea crónica, dolor abdominal de tipo retortijones, fiebre y pérdida del apetito y de peso. Las frecuentes complicaciones incluyen el desarrollo de una obstrucción intestinal, fístulas y abcesos. También se asocia a trastornos que afectan a otras partes del cuerpo, como cálculos biliares y a una inadecuada absorción de nutrientes. No existe tratamiento curativo para la enfermedad de Crohn, aunque muchos tratamientos reducen la inflamación y alivian los síntomas. Así se utilizan medicamentos antidiarreicos y antiinflamatorios. Una dieta adecuada puede mejorar los cuadros de obstrucción intestinal o las fístulas. La Colitis Ulcerosa es una enfermedad crónica en la que el intestino grueso sufre inflamaciones y ulceraciones provocando diarrea con sangre, retortijones y fiebre. La enfermedad suele comenzar en el recto, extendiéndose de forma parcial o total por el intestino grueso. La causa es desconocida, pero se ha visto que pueden influir factores como la herencia y una respuesta inmunitaria intestinal exagerada. Los ataques pueden ser súbitos e intensos, produciéndose una diarrea violenta, fiebre alta, dolor abdominal y peritonitis. Lo más frecuente es que los ataques comiencen gradualmente y que la persona sienta una necesidad urgente de defecar, retortijones leves en la región baja del abdomen, y sangre y moco visibles en las heces. La hemorragia es la complicación más frecuente, siendo a menudo causa de anemia por déficit de hierro. El tratamiento de la Colitis Ulcerosa se dirige a controlar la inflamación, reducir los síntomas y reemplazar cualquier pérdida de líquidos y nutrientes siendo similar al de la enfermedad de Crohn. Debe evitarse el consumo de lácteos y reducir el consumo de grasas. La curación total se consigue con la extirpación quirúrgica del colon y del recto. No lo olvide: Pregunte siempre a su farmacéutico. Él le informará sobre éstas y otras cuestiones relacionadas. Y recuerde que la intervención farmacéutica supone una elevada garantía en el proceso global de adecuación, efectividad y seguridad de los tratamientos con medicamentos.