La faringitis es uno de los motivos más frecuentes de consulta en la Oficina de Farmacia. Generalmente se trata de procesos leves, que remiten de forma espontánea o con la ayuda de mínimos cuidados. Pero no debe olvidarse que en ocasiones pueden surgir complicaciones, o bien aparecer de forma secundaria a cuadros más graves, que deben ser debidamente diagnosticados y tratados por un médico. Por faringitis se entiende la inflamación de la faringe y es un síntoma común a la infección por el virus de la gripe, o el del resfriado común.
La faringitis puede ser una entidad clínica en sí o ser un síntoma de un cuadro más complejo. Según su causa, pueden distinguirse faringitis no infecciosas, por ejemplo debida a un traumatismo, y faringitis infecciosas. Dentro de las faringitis infecciosas conviene diferenciar entre los procesos virales y los bacterianos. La sequedad del ambiente, por la calefacción o el aire acondicionado, es una de las causas frecuentes de faringitis. Ésta, no sólo ocasiona una acción irritante, sino que la sequedad de la mucosa reduce su capacidad de defensa frente a los microorganismos. El mismo efecto ejercen el humo, o la respiración bucal. Esta acción irritante puede estimular además la aparición de tos, también irritante, creando así un círculo vicioso.
Al encontrarse en permanente contacto con el exterior, la faringe no es un medio estéril. Una rica gama de microorganismos vive de forma permanente en ella y otros la colonizan de forma eventual. El sistema inmunitario trabaja para que estos microorganismos se mantengan en unos niveles no peligrosos. La disminución de las defensas del organismo puede favorecer la proliferación de alguno de estos gérmenes que se comportan como patógenos oportunistas, apareciendo síntomas que pueden variar desde sensación de picor o sequedad en la garganta, hasta dolor intenso que impide tragar.
Las faringitis de aspecto rojizo son por lo general procesos banales que se deben fundamentalmente a infecciones virales aunque, con menor frecuencia pueden estar causadas por bacterias, algunas de las cuales suponen un riesgo potencial de complicaciones serias. Los pacientes manifiestan dolor local, sobre todo al tragar, así como fiebre, malestar y dolor de cabeza. Cuando la faringitis es irritativa, debida a deshidratación, el tratamiento se orienta a mantener una adecuada hidratación y al tratamiento sintomático mediante analgésicos, anestésicos locales, y sustancias que "suavicen" la garganta. En las Faringitis de origen viral el tratamiento normalmente se limita al alivio sintomático de las molestias faríngeas y los síntomas generales o respiratorios asociados. Por último la Faringitis de origen bacteriano, se trata con antibióticos siempre bajo prescripción médica.
No lo olvide: Pregunte siempre a su farmacéutico. Él le informará sobre éstas y otras cuestiones relacionadas. Y recuerde que la intervención farmacéutica supone una elevada garantía en el proceso global de adecuación, efectividad y seguridad de los tratamientos con medicamentos.