La intoxicación alimentaria comienza muchas veces con síntomas parecidos a los de la gripe, tales como náuseas, vómitos, diarrea o fiebre. De esta manera mucha gente no se da cuenta que la enfermedad es causada por bacterias u otros organismos patógenos presentes en los alimentos. Miles de tipos de bacteria se encuentran de forma natural en nuestro ambiente. No todas las bacterias causan enfermedades en los seres humanos. Por ejemplo, algunas bacterias se usan beneficiosamente en la producción de queso y yogur.
Las bacterias causantes de enfermedades se llaman bacterias patógenas. Cuando ciertas bacterias patógenas invaden la comida, éstas pueden producir intoxicaciones alimentarias. Millones de casos de intoxicación alimentaria ocurren cada año y la mayoría de éstos se pueden prevenir. La preparación o el cocimiento adecuado de los alimentos ayuda a destruir las bacterias.
La edad y la condición física hacen que algunas personas corran mayor riesgo que otras, sin importar la clase de bacteria de que se trate. Los niños muy pequeños, las mujeres embarazadas, los ancianos y las personas con el sistema inmunológico débil corren mayor riesgo de ser atacados por bacterias patógenas. Algunas personas pueden caer enfermas al ingerir tan sólo unas cuantas bacterias dañinas; otras en cambio pueden permanecer libres de síntomas después de ingerir miles de bacterias.
Las bacterias pueden estar presentes en los productos al comprarlos. Las carnes, aves, pescados, mariscos y huevos, en estado crudo, no son estériles. Tampoco lo son las verduras y frutas frescas, tales como lechuga, tomates, y melones. Los alimentos pueden contaminarse por carnes mal cocidas o productos lácteos como las mahonesas que han permanecido al aire libre. También debemos tener cuidado con las comidas envasadas en mal estado, y con la manipulación de los alimentos, si no se siguen unas normas básicas de higiene personal.
Las bacterias se multiplican rápidamente a partir de ciertas temperaturas. Para mantener los alimentos fuera de esta "zona peligrosa," procure mantener siempre en frío las comidas frías y en caliente las comidas calientes hasta el momento en que vayan a ser consumidos. Recuerde también almacenar los alimentos en el refrigerador o en el congelador.
No lo olvide: pregunte siempre a su farmacéutico, él le informará sobre estas y otras cuestiones relacionadas con la salud y el medicamento.