Las vitaminas y los minerales son sustancias imprescindibles para el buen funcionamiento del organismo, porque intervienen en numerosas reacciones metabólicas. A pesar de que no aportan energía se necesitan en cantidades mínimas y es imprescindible que se tomen por medio de los alimentos.
Las vitaminas y los minerales se encuentran en muchos alimentos que forman parte de nuestra tradición culinaria como los vegetales crudos, las frutas y la leche, la matequilla y sus derivados, la carne, el pescado, los huevos, las legumbres, y los aceites vegetales. Entre los minerales más importantes encontramos el sodio, el potasio, el calcio, el magnesio, y el fósforo.
En España, la dieta tradicional y las horas de sol, son elementos favorecedores para que, en general, se considere que hay una buena ingesta de vitaminas y minerales. Aún así, parece conveniente vigilar las pérdidas que se producen durante el cocinado y la conservación de los alimentos.
Las pérdidas de vitaminas en los alimentos suelen ser acumulativas por ello para minimizarlas se recomienda, consumir productos frescos, utilizar poca cantidad de agua en su preparación y reducir al máximo su cocimiento. Ejemplos de pérdidas de vitaminas los encontramos en la vitamina A, que reduce su actividad cuando se calienta en presencia de oxígeno, la vitamina E, que se pierde en los procesos de fritura o la vitamina C del zumo de naranja que pierde la mitad de su contenido a la media hora de haber sido exprimida.
Además, determinados grupos de población: como los niños pequeños, los ancianos, y las mujeres en estados fisiológicos especiales como embarazo y lactancia, presentan unas necesidades aumentadas. Así, las mujeres en edad fértil deben de aumentar el consumo de ácido fólico como medida encaminada a disminuir el riesgo de tener descendientes con malformaciones congénitas.
En los más mayores también se encuentran deficit de vitaminas. Las dietas inadecuadas se complican con los cambios fisiológicos y patológicos asociados al envejecimiento. Además siguen dietas monótonas y de escasa riqueza vitamínica, al realizar menos actividad física, toman menos alimentos y como consecuencia toman cantidades inferiores de vitaminas y minerales.
En los adolescentes se aprecia carencia de B6, calcio, hierro y cobre. El momento mas importante para que no haya carencia de calcio en el adulto es la infancia: por ello una dieta rica en calcio es el primer paso junto con unas horas de sol para sintetizar la vitamina D, absolutamente imprescindible para asimilar el calcio que se toma en la dieta.
En general otros factores que aumentan las necesidades vitamínicas son la realización de ejercicio físico, la etapa de crecimiento, las infecciones, el consumo de tabaco, y las interacciones con medicamentos.
No lo olvide: Pregunte siempre a su farmacéutico. Él le informará sobre éstas y otras cuestiones relacionadas. Y recuerde que la intervención farmacéutica supone una elevada garantía en el proceso global de adecuación, efectividad y seguridad de los tratamientos con medicamentos.