En los niños en edad escolar y preescolar, así como en sus familiares más cercanos es especialmente frecuente la aparición de lombrices. El ser humano es el único huésped de este parásito, gusanos intestinales que tienen distribución universal y son altamente contagiosos.

La mayor parte de las personas infectadas por lombrices no presentan síntomas. Algunos presentan prurito perianal, sobre todo por la noche, lo que conduce al rascado persistente. A esta infestación se ha atribuido la aparición de insomnio, alteraciones emocionales, anorexia y pérdida de peso. Cuando la infestación implica un elevado número de lombrices, puede aparecer fiebre, aunque no muy alta, urticaria, dolor abdominal, falta de apetito, vómitos o diarrea.

La lombriz es uno de los parásitos cuya frecuencia es mayor en las regiones de clima húmedo y caluroso, especialmente si las condiciones higiénicas son inadecuadas. Su incidencia anual es de unos 1.500 casos por millón de habitantes al año. Su transmisión puede ocurrir a cualquier edad, y afecta por igual a ambos sexos. La vía de transmisión es mediante el contacto con las heces, también a través de la ingestión de alimentos contaminados, sobre todo vegetales crudos, ya que los huevos pueden sobrevivir años, incluso en condiciones desfavorables.

La infección se inicia con la ingesta de huevos, que eclosionan en el duodeno. Las larvas se dirigen al ciego, una porción del intestino grueso, y se transforman en lombrices adultas depositando en la región perianal los huevos.

Para el tratamiento de las lombrices existen medicamentos por vía oral que no precisan de receta médica. Éstos son efectivos en el 90% de los pacientes para erradicar los gusanos, pero no los huevos. La reinfestación es altamente probable, puesto que los huevos pueden seguir depositados hasta una semana después del tratamiento. En la ropa interior o en la de cama pueden sobrevivir durante tres semanas. Por este motivo, es aconsejable mantener el tratamiento tras un intervalo de dos semanas.

Un elemento importante en la prevención de las lombrices son las medidas higiénicas tanto del paciente como de las que conviven con él. Es conveniente cambiar diariamente las sábanas y la ropa utilizada durante la noche, así como limpiar el suelo del dormitorio. No obstante, aunque son siempre aconsejables, estas medidas no tienen demasiado efecto en el control y tratamiento.

No lo olvide: pregunte siempre a su farmacéutico, él le informará sobre estas y otras cuestiones relacionadas con la salud y el medicamento.