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Nueva pieza elaborada por RTVE Verifica y el Consejo General de Colegios Farmacéuticos fruto del acuerdo suscrito entre las dos instituciones para luchar contra la desinformación y los bulos en Salud y sobre el medicamento.
La depresión es una enfermedad muy conocida en la sociedad.
La Organización Mundial de la Salud la define como “un trastorno mental que se caracteriza por la presencia de tristeza, pérdida de interés, sentimientos de culpa o falta de autoestima, trastornos del sueño o del apetito, sensación de cansancio y falta de concentración”.
La depresión es una de las principales causas de discapacidad en la mayoría de los países.
Se estima que afecta a más de 300 millones de personas en todo el mundo, y a casi el 15% de los adultos mayores.
La complicación más preocupante de la depresión son las ideas suicidas.
Si bien la depresión en los adultos mayores es un problema generalizado, NO es una condición asociada al envejecimiento.
Existen algunos factores que pueden aumentar el riesgo de depresión en adultos mayores como:
• Mudanza del hogar a una residencia
• Dolor o enfermedad crónica, incluida la demencia, cáncer, enfermedad de Parkinson, etc.
• Soledad o aislamiento
• o pérdida de la independencia, por ejemplo, problemas para moverse o cuidarse sin ayuda.
El aislamiento social, que puede haber aumentado en la pandemia por COVID-19, es quizás uno de los factores de riesgo más relevante.
Pero también el consumo excesivo de alcohol o de determinados medicamentos, como los somníferos, puede empeorar la depresión.
Es imprescindible acudir a un médico especialista para iniciar y continuar con el tratamiento, evitando siempre la automedicación.
Una vez iniciado el tratamiento con medicamentos antidepresivos, se debe hacer un seguimiento estricto de la prescripción del médico. También hay que tener en cuenta que su efecto aparecerá progresivamente y puede tardar unas semanas en notarse.
En personas mayores es común iniciar el tratamiento con dosis más bajas e ir aumentándolas poco a poco, de forma más lenta que en los adultos más jóvenes.
Además de tomar la medicación, también se pueden seguir unos hábitos de vida que pueden ser beneficiosos para mejorar el estado de ánimo y la autonomía. Por ejemplo:
– Hacer ejercicio regularmente, si es posible y el médico lo recomienda.
– Aprender buenos hábitos de sueño.
– Rodearse de personas cercanas y positivas.
– Realizar actividades agradables como participar en actividades en grupo —excursiones o talleres— en las que pueda conocer a otras personas y socializar.
– Vigilar los signos tempranos de depresión y aprender cómo reaccionar ante ellos. Por ejemplo, pidiendo ayuda profesional.
– Llevar una dieta variada y saludable,
– Evitar y/o reducir el consumo de alcohol y tabaco.
– Hablar de sus sentimientos con alguien de confianza.
¡Súmate a la lucha contra los bulos!
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