La gripe se caracteriza típicamente por un cuadro de aparición brusca de fiebre (entre 38 y 40 ºC) de unos 3 a 7 días de duración, acompañada de cefalea, tos seca, falta de apetito, dolor al tragar, dolor muscular, cansancio y malestar general. El período de incubación es de 1 a 3 días. En algunas ocasiones, ciertos síntomas como la tos o la astenia pueden durar hasta 15 días tras la resolución del cuadro clínico agudo.
La mayoría de los expertos coinciden en señalar que la vacunación antigripal es la mejor arma para combatir la gripe. La OMS se encarga de recoger información de más de 100 centros centinela de vigilancia epidemiológica de la gripe distribuidos por todo el planeta para elaborar – en torno al mes de Febrero – la vacuna antigripal para la siguiente temporada (de Noviembre a Marzo en el hemisferio Norte). Habitualmente se incluyen dos cepas del virus tipo A y una del virus tipo B y la OMS publica las recomendaciones para la composición de la vacuna antigripal.
Los tratamientos farmacológicos antigripales específicos son ZANAMIVIR Y OSELTAMIVIR Ambos medicamentos actúan impidiendo la salida de los virus recién formados en la célula infectada y evitan así su diseminación por el organismo. La eficacia de ambos tratamientos depende de cuándo se administran; sólo son útiles si se hace en las 48 primeras horas tras el inicio de los síntomas (período en el que es más difícil distinguir entre gripe y resfriado común). La eficacia es mayor en pacientes con fiebre. La reducción global de la duración de los síntomas oscila entre la 24 y las 36 horas.
Los antibióticos no son útiles, dada la etiología viral de estos procesos y solo deben utilizarse por indicación del médico cuando sospeche una infección bacteriana simultánea. Así pues, el tratamiento más habitual de los cuadros respiratorios agudos de etiología viral consiste en paliar los síntomas mientras la enfermedad sigue su curso y las defensas del organismo eliminan los virus.
Al margen del empleo de diversos fármacos para conseguir la reducción o desaparición de los síntomas asociados, existen una serie de medidas de carácter general que son muy aconsejables en los pacientes afectados por gripe:
- Aumentar el consumo de líquidos, especialmente en los niños
- No forzar a comer al paciente, es normal que tenga menos apetito
- Evitar fumar en el entorno del paciente
- Humidificar el ambiente
- Evitar los locales cerrados o mal ventilados
- Evitar los cambios bruscos de temperatura
- Reposo en cama, pero evitando un excesivo abrigo
- Una almohada o una manta puestas debajo del colchón pueden facilitar la respiración de los bebés
- El empleo de caramelos o una combinación de miel y limón en agua producen una reducción de la irritación a este nivel, por su efecto demulcente sobre la mucosa faríngea
- Si el moco es espeso y el atasco nasal resulta molesto, puede utilizarse suero salino en las fosas nasales, especialmente antes de las comidas y a la hora de dormir
- La manera más útil de prevenir la diseminación de los catarros y de la gripe es el lavado frecuente de manos por toda la familia
- Es conveniente utilizar pañuelos desechables para taparse la boca y la nariz al toser o estornudar.
No lo olvide: pregunte siempre a su farmacéutico, él le informará sobre estas y otras cuestiones relacionadas con la salud y el medicamento.