Con la llegada del verano miles de personas se exponen al sol con el fin de broncear su piel. Es necesario tener cuidado si tomamos el sol con exceso porque podemos sufrir lesiones en la piel que van desde pequeños enrojecimientos hasta graves quemaduras. Cuando exponemos nuestra piel al sol de manera progresiva se produce un aumento de la pigmentación, es decir, nos ponemos morenos. La piel se autoprotege del sol a través de los melanocitos situados en la epidermis. Los melanocitos contienen un colorante oscuro que es la melanina que es la responsable del tono oscuro de la piel. Una persona se pone más morena que otra según la facilidad que tenga de fabricar melanina.

Si nuestra piel está mucho tiempo expuesta a los rayos ultravioletas se produce una lesión en la piel o lo que es lo mismo, quemaduras. Las quemaduras suelen ser de primer grado y de segundo grado. Las quemaduras de primer grado producen una descamación de la parte más superficial de la piel, la epidermis, y se presentan como enrojecimiento, hinchazón y dolor.

Las quemaduras de segundo grado son más graves que las anteriores y afectan no sólo a la parte superficial de la piel, la epidermis, sino que también se daña la capa intermedia de la piel, es decir la dermis. Este tipo de quemaduras suele producir ampollas. La mejor manera de evitar las quemaduras solares es tomar el sol de manera racional, es decir, sin abusar de él y tomándolo con la protección solar adecuada.

La exposición excesiva a sus rayos ultravioletas puede ser perjudicial tanto a corto como a largo plazo. El sol se tiene que tomar de manera progresiva. Empezar a tomarlo al principio del verano durante unos pocos minutos y así poco a poco hasta que nuestra piel se vaya adaptando. Hay que tener especial cuidado con los niños y las personas con la piel muy blanca, ya que tienen más riesgo de quemarse la piel.

A pesar de ello no debemos de olvidar que el sol es fuente de energía y que sus rayos son beneficiosos para nuestra salud. El sol debe tomarse de forma habitual para facilitar la formación de una correcta masa ósea, por eso es importante que durante el crecimiento los niños lo tomen para mejorar la incorporación del calcio a los huesos y lograr una óptima mineralización.

No lo olvide: pregunte siempre a su farmacéutico, él le informará sobre estas y otras cuestiones relacionadas con la salud y el medicamento.