El estudio exhaustivo y el rigor requerido en el desarrollo de nuevos medicamentos, tanto en la fase experimental como en los ensayos clínicos, no excluye la aparición de efectos no deseados por medicamentos en el mercado, a veces graves y, en ocasiones, imprevisibles. El autocuidado de la salud y la automedicación, propiciados por organismos como la Organización Mundial de la Salud, requieren una educación sanitaria que, en ocasiones, no es asequible a la población debido a su entorno sociocultural. En este sentido, y aún en los países desarrollados, conviene tener en cuenta que la dispensación sin receta de ciertas especialidades entraña potencialmente un riesgo.
Por ello, si queremos impedir que la automedicación constituya un peligro para el paciente, el primer requisito que debe cumplirse es la formación e información adecuada del farmacéutico al ciudadano. La función de informador y educador del farmacéutico constituye uno de los aspectos a los que mayor importancia ha concedido la Organización Mundial de la Salud. La existencia de una gran variedad de medicamentos potentes representa un riesgo para la salud si no se manejan de forma adecuada, y con el asesoramiento de profesionales preparados.
Está demostrado que alrededor de un 10% de los enfermos que ingresan en los hospitales, lo hacen como consecuencia de los efectos producidos por los medicamentos. De la misma forma, se ha podido comprobar que en el transcurso de la hospitalización, entre un 10 y un 20% de los enfermos sufre algún tipo de reacción adversa, y que éstas aumentan de forma proporcional al número de fármacos que recibe el paciente.
El efecto final de una administración simultánea de medicamentos, no siempre es previsible. Además, y aún cuando el farmacéutico intervenga en el consejo, selección y seguimiento de los resultados terapéuticos de los medicamentos, muchas sospechas de reacciones adversas no son evaluadas, al no ser comunicadas. En este sentido, cabe resaltar la importancia de una participación responsable, sin perjuicios o temores, acerca de la notificación de las sospechas de reacciones adversas por los medicamentos, tanto por parte de los profesionales sanitarios como de los usuarios, teniendo en cuenta que los organismos responsables harán uso de la información concediéndole la importancia que le corresponda.
Por todo ello, creemos que el medicamento debe ser considerado como una herramienta muy útil para el alivio o curación de la enfermedad, y que debe ser manejada con el conocimiento y previsión adecuados ante el alcance que pudiera derivarse de los errores en su utilización.
No lo olvide: Pregunte siempre a su farmacéutico. Él le informará sobre éstas y otras cuestiones relacionadas. Y recuerde que la intervención farmacéutica supone una elevada garantía en el proceso global de adecuación, efectividad y seguridad de los tratamientos con medicamentos.