La exposición al sol en nuestro país, donde gozamos de él practicante todo el año, unido al hábito de broncearse durante los meses de verano, ha provocado el aumento de los cánceres cutáneos. Por este motivo se hace imprescindible tomar una serie de precauciones antes, durante y después de exponerse de manera prolongada a los rayos del sol.
Antes de tomar el sol debemos tener la piel correctamente hidratada y limpia. Hay que evitar el uso de productos que contengan alcohol y perfumes, pues pueden dar lugar a manchas oscuras en la piel. Tenemos que conocer nuestro fototipo o tipo de piel y en consecuencia elegir el fotoprotector adecuado teniendo en cuenta también las condiciones ambientales. Media hora antes de la exposición hay que aplicar el producto sobre la piel bien seca y en cantidad generosa.
Durante la exposición al sol hay que evitar tomar el sol, o aumentar la protección entre las 12 de la mañana y las 4 de la tarde en zonas de gran altitud y en lugares próximos al Ecuador. Recordar que el agua, la nieve y la arena reflejan los rayos solares, aumentando los efectos sobre la piel. Pueden producirse quemaduras incluso a la sombra.
En las primeras horas de exposición hay que emplear una protección más alta, y hay que seguir protegiéndose aunque la piel esté bronceada. Además hay que extremar las precauciones en las partes más sensibles del cuerpo como son cara, cuello, escote, orejas, empeine y calva. Sin olvidar proteger también los ojos con gafas de sol y los labios.
Hay que utilizar el fotoprotector incluso en días nublados y beber líquido en abundancia para compensar la pérdida que se produce. Aplicar 3l fotoprotector cada 2 horas y siempre después del baño y de excesiva sudación.
Después de la exposición se deben tomar también una serie de precauciones. Lo primero hidratar la piel después de una ducha de agua tibia, para recuperar la pérdida de agua y prolongar el bronceado.Además, para evitar el envejecimiento, deberán cuidarse especialmente la cara, las manos y el contorno de los ojos con productos específicos.
En los niños el sistema de protección natural no está desarrollado y en ellos el daño solar es máximo y acumulativo. De manera que una adecuada protección desde la infancia disminuirá el riesgo de desarrollar cáncer en la edad adulta. Para evitar posibles alteraciones de la piel nunca debemos exponer al a niños menores de 3 años. En ellos tenemos que utilizar productos de alta protección y resistentes al agua. De la misma manera que los adultos deben ingerir mucha agua, protegerse los ojos e ingerir mucho agua para evitar la deshidratación.
Pero antes de exponernos al sol tenemos que conocer una serie de advertencias importantes. Primero saber que existen enfermedades donde el sol está contraindicado y además si está tomando medicamentos también pueden existir contraindicaciones. Recuerde por otro parte que las radiaciones de las lámparas de bronceado pueden afectar a la piel y a los ojos.
Recuerde siempre que su farmacéutico le aconsejará sobre su tipo de piel y necesidades de fotoprotección, además de ofrecerle consejos si usted por sus características está en un grupo de mayor riesgo.