La urticaria es una de las dermatosis más frecuentes, con una prevalencia de hasta el 25 por 100 de la población y mayor afectación en mujeres. Aunque puede presentarse a cualquier edad, aparece con más frecuencia tras la adolescencia y se ha observado mayor incidencia entre los 30 y 40 años. Su nombre procede de la similitud establecida con las lesiones producidas por el contacto con la ortiga. Se caracteriza por la aparición brusca de manchas o erupciones ligeramente elevadas, rojas, bien circunscritas y con halo rojizo, y cuyo síntoma principal es el picor o prurito. El tamaño de las machas es variable y pueden presentarse agrupadas. La urticaria suele aparecer en las áreas cubiertas tales como el tronco, las nalgas o el pecho, y normalmente se resuelve espontáneamente en el curso de unas horas. La lesión se define con el nombre de roncha o habón, y se origina por un edema localizado en la porción superficial de la dermis. Cuando se afectan las capas profundas de la piel, se produce el llamado angioedema. Ambas, urticaria y angioedema, pueden aparecer juntas o por separado, y obedecen al mismo mecanismo.
Aunque existen muchas clasificaciones podemos establecer una en relación con la cronología de las lesiones. Así, denominamos urticaria aguda cuando la duración del episodio no excede de 6 semanas. Es la forma de presentación más frecuente, y tiene como base una dermatitis atópica. Sus causas son múltiples pero entre las más frecuentes se encuentran algunos alimentos, ciertos fármacos, determinadas infecciones y algunas picaduras de insectos. La urticaria intermitente se presenta cuando aparecen brotes intensos de corta duración permaneciendo intervalos de tiempo variables. Por último, la urticaria crónica, es aquella cuya duración es mayor de 6 semanas. Su causa se desconoce en la mayoría de los casos, aunque parece que el estrés psíquico desarrolla un papel importante. En relación al agente causante encontramos entre otras la urticaria alimentaria, que aparece en algunas personas de forma brusca tras la ingesta de ciertos alimentos. Es una de las más frecuentes, sobre todo en la infancia, y aunque cualquier alimento puede desencadenarla, los alergenos implicados con mayor frecuencia son los mariscos, pescados, nueces, leche y huevos. También es frecuente la urticaria medicamentosa, siendo las reacciones en la piel la presentación más común. Existen otros tipos de urticarias como por infecciones, picaduras, inhalantes, o contacto.
El tratamiento de la urticaria se basa en la eliminación del agente causal, aunque en ocasiones suele ser de difícil identificación. Los antihistamínicos son administrados para el alivio rápido de los síntomas, ya que el prurito se presenta en un 99% de los procesos. En todos los casos se recomienda que la duración del tratamiento se prolongue algunos días tras la supresión de la síntomatología, con el fin de mantener bloqueados los receptores de histamina y evitar recaídas. En cualquier caso siempre es recomendable la consulta médica. No lo olvide: Pregunte siempre a su farmacéutico. Él le informará sobre éstas y otras cuestiones relacionadas. Y recuerde que la intervención farmacéutica supone una elevada garantía en el proceso global de adecuación, efectividad y seguridad de los tratamientos con medicamentos.